Diálogos en Wall Street
Algarabía en Wall Street después de saberse la decisión de la Fed. Escucharla luego a Janet Yellen no apagó el entusiasmo. Y la entrevista a Gordon Gekko permite entender el porqué.
Por: José Siaba Serrate
Periodista: Terminó la reunión de la Fed. El oráculo nos reveló su veredicto. Y los mercados festejan como hacía tiempo no se veía. Y, esta vez, tengo que decírselo, la predicción era difícil, había muchas opiniones discordantes, y usted dio de lleno en el clavo.
Gordon Gekko: A veces ocurre.
P.: Se temía una Fed mucho más agresiva.
G.G.: No había ninguna necesidad. Está muy claro después de leer el comunicado -y sobre todo, de ver las proyecciones económicas corregidas- pero no era imposible entenderlo de antemano. En esencia: el endurecimiento ya empezó. Y no hay que exagerar. Con la embestida del superdólar, y el reacomodamiento de los portfolios fuera de las áreas sensibles a las tasas de interés, las condiciones financieras se tensaron demasiado. La Fed prefiere que haya paz.
P.: Nos enfrentamos a una Fed que no tiene prisa por comenzar la suba de tasas.
G.G.: Tiene todo el tiempo del mundo, pero quiere empezar la faena en 2015. Y lo hará aunque sólo sea con un retoque simbólico.
P.: De acuerdo, pero las expectativas habían girado hacia un aumento próximo. No en abril, pero sí en junio.
G.G.: La Fed no es inocente. Dejó que muchos oradores instalaran esa percepción. Y la reducción de la tasa de desempleo -al 5,5%- o sea, al borde mismo de su definición de ocupación plena, recalentó las expectativas.
P.: ¿Cuál es el truco para que, de golpe, amainen los temores?
G.G.: Uno simple y contundente. Si antes el pleno empleo de largo plazo se definía como un rango de desocupación de entre un 5,2% y el 5,5%, ahora se mudó a una franja más baja y acotada: 5%-5,2%.
P.: Una arbitrariedad.
G.G.: ¿Arbitrario? No. Discrecional, sí. Pero está entre las facultades de la Fed. Y aquí no importa si es la mejor estimación teórica de pleno empleo; los mercados entienden la señal. La Fed, en las actuales condiciones laborales, no se considera obligada a actuar. Hay mucha gente fuera de la fuerza laboral que podrá sumarse y trabajar antes que surjan presiones salariales u otras asperezas propias de la ocupación plena.
P.: La Fed hizo un aggiornamento completo del conjunto de sus indicadores económicos...
G.G.: Tampoco puede negar la realidad. Rebajó las proyecciones de crecimiento del PBI, y de la tasa de inflación (tanto la medición general como la versión que excluye energía y alimentos) para 2015 y 2016. El mercado de trabajo está más robusto que lo pensado en diciembre, pero la economía, no. En vez de crecer entre un 2,6% y el 3%, la Fed piensa que EE.UU. lo hará entre un 2,3% y el 2,7%. Y no levantará el ritmo el año que viene.
P.: Con el precio del petróleo por el suelo, menos que menos, molestará la inflación.
G.G.: La inflación prevista se redujo a la mitad.
P.: Volvamos a la pregunta del millón: para cuándo, entonces, la suba de tasas; ¿junio o septiembre?
G.G.: La Fed no se pronunció por ninguna fecha específica. La decisión no está tomada, aclaró. Dependerá de la data, no del calendario. Yellen fue muy gráfica: que la Fed ya no haga hincapié en su paciencia, no significa que sea impaciente.
P.: Si usted pensaba en una suba recién en septiembre, mantendrá esa opinión. Pero los que creían en junio (y que se convirtieron en una mayoría fugaz) deberán emigrar de opinión.
G.G.: Mire, en diciembre pasado, se pensaba que la suba comenzaría en junio, y los miembros de la Fed (todos, los que votan y los que no) preveían una tasa de fed funds (mediana) del 1,125% para fin de 2015. Esa estimación se cayó como un piano: hoy los mismos funcionarios dicen que lo conveniente sería una tasa del 0,625%. Da para dos retoques en el año. Mi opinión: uno en septiembre y otro en diciembre, condicional a que el mundo no se fracture en el camino. Y le digo más, si la suba se va a producir en septiembre, entonces la Fed va a tratar de mantener la percepción de que podría ocurrir más temprano. Es la manera de probar la solidez del terreno antes de calzarse los guantes.
Gordon Gekko: A veces ocurre.
P.: Se temía una Fed mucho más agresiva.
G.G.: No había ninguna necesidad. Está muy claro después de leer el comunicado -y sobre todo, de ver las proyecciones económicas corregidas- pero no era imposible entenderlo de antemano. En esencia: el endurecimiento ya empezó. Y no hay que exagerar. Con la embestida del superdólar, y el reacomodamiento de los portfolios fuera de las áreas sensibles a las tasas de interés, las condiciones financieras se tensaron demasiado. La Fed prefiere que haya paz.
P.: Nos enfrentamos a una Fed que no tiene prisa por comenzar la suba de tasas.
G.G.: Tiene todo el tiempo del mundo, pero quiere empezar la faena en 2015. Y lo hará aunque sólo sea con un retoque simbólico.
P.: De acuerdo, pero las expectativas habían girado hacia un aumento próximo. No en abril, pero sí en junio.
G.G.: La Fed no es inocente. Dejó que muchos oradores instalaran esa percepción. Y la reducción de la tasa de desempleo -al 5,5%- o sea, al borde mismo de su definición de ocupación plena, recalentó las expectativas.
P.: ¿Cuál es el truco para que, de golpe, amainen los temores?
G.G.: Uno simple y contundente. Si antes el pleno empleo de largo plazo se definía como un rango de desocupación de entre un 5,2% y el 5,5%, ahora se mudó a una franja más baja y acotada: 5%-5,2%.
P.: Una arbitrariedad.
G.G.: ¿Arbitrario? No. Discrecional, sí. Pero está entre las facultades de la Fed. Y aquí no importa si es la mejor estimación teórica de pleno empleo; los mercados entienden la señal. La Fed, en las actuales condiciones laborales, no se considera obligada a actuar. Hay mucha gente fuera de la fuerza laboral que podrá sumarse y trabajar antes que surjan presiones salariales u otras asperezas propias de la ocupación plena.
P.: La Fed hizo un aggiornamento completo del conjunto de sus indicadores económicos...
G.G.: Tampoco puede negar la realidad. Rebajó las proyecciones de crecimiento del PBI, y de la tasa de inflación (tanto la medición general como la versión que excluye energía y alimentos) para 2015 y 2016. El mercado de trabajo está más robusto que lo pensado en diciembre, pero la economía, no. En vez de crecer entre un 2,6% y el 3%, la Fed piensa que EE.UU. lo hará entre un 2,3% y el 2,7%. Y no levantará el ritmo el año que viene.
P.: Con el precio del petróleo por el suelo, menos que menos, molestará la inflación.
G.G.: La inflación prevista se redujo a la mitad.
P.: Volvamos a la pregunta del millón: para cuándo, entonces, la suba de tasas; ¿junio o septiembre?
G.G.: La Fed no se pronunció por ninguna fecha específica. La decisión no está tomada, aclaró. Dependerá de la data, no del calendario. Yellen fue muy gráfica: que la Fed ya no haga hincapié en su paciencia, no significa que sea impaciente.
P.: Si usted pensaba en una suba recién en septiembre, mantendrá esa opinión. Pero los que creían en junio (y que se convirtieron en una mayoría fugaz) deberán emigrar de opinión.
G.G.: Mire, en diciembre pasado, se pensaba que la suba comenzaría en junio, y los miembros de la Fed (todos, los que votan y los que no) preveían una tasa de fed funds (mediana) del 1,125% para fin de 2015. Esa estimación se cayó como un piano: hoy los mismos funcionarios dicen que lo conveniente sería una tasa del 0,625%. Da para dos retoques en el año. Mi opinión: uno en septiembre y otro en diciembre, condicional a que el mundo no se fracture en el camino. Y le digo más, si la suba se va a producir en septiembre, entonces la Fed va a tratar de mantener la percepción de que podría ocurrir más temprano. Es la manera de probar la solidez del terreno antes de calzarse los guantes.
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