miércoles, 13 de enero de 2016
El Gobierno inicia las conversaciones con los Holdouts.
BUENOS AIRES—El gobierno del presidente argentino Mauricio Macri comienza el miércoles las negociaciones con los acreedores para poner fin a una larga y amarga disputa y permitir que el país acuda a los mercados financieros por primera vez en años y así ayudar a la recuperación de su atribulada economía.
“Estamos para cerrar el tema, encontrar una solución”, dijo el mandatario el martes. “Es algo que no nos deja crecer y que cuando esté resuelto va a traer más energía y más financiamiento”.
El gobierno se reunirá en Nueva York con los acreedores que rechazaron reestructuraciones previas de la deuda luego de la enorme cesación de pagos de Argentina en 2001.
En la reunión participarán el secretario de Finanzas, Luis Caputo, representantes de los fondos de cobertura que demandaron para que Argentina les pague el total de lo adeudado y Daniel Pollack, el mediador designado por el juez de distrito estadounidense Thomas Griesa, quien ha estado a cargo del caso. También se espera que participen los abogados de un reducido grupo de acreedores argentinos que obtuvieron fallos favorables en los tribunales estadounidenses, donde se emitieron los bonos.
Poner punto final al prolongado enfrentamiento sería un paso crucial para que Macri reactive una economía estancada sumida en una inflación de dos dígitos productos de las generosas políticas de gasto fiscal seguidas su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, y agobiada por la falta de acceso a los mercados de capitales. Un acuerdo con los acreedores reduciría los costos de financiamiento tanto para el país como para sus empresas en un momento en que Macri trata de dejar atrás 12 años de populismo económico.
No obstante, las conversaciones acarrean riesgos políticos para un gobierno que recién se instaló en el poder en un país en el que muchos catalogan a los acreedores de “buitres” cuyo único interés es exprimir a Argentina.
“Todos quieren una solución que sea aceptable para todos”, manifestó Claudio Loser, economista argentino y ex director del Fondo Monetario Internacional para el Hemisferio Occidental. Añadió que el gobierno “quiere solucionar el problema, pero en términos políticos no quieren aparecer como que le vendieron el alma a los ‘buitres’”, enfatiza.
El conflicto se remonta a la cesación de pagos de una deuda de cerca de US$100.000 millones en 2001, en su momento la mayor de la historia. Argentina convenció a algunos inversionistas en 2005 y 2010 aintercambiar casi 93% de los bonos impagos por nueva deuda valorada en cerca de 33 centavos por dólar.
Los titulares del 7% restante de los bonos rechazaron la oferta con la esperanza de conseguir un acuerdo más ventajoso. El grupo incluye a fondos de cobertura estadounidenses como Elliott Management Corp., encabezado por el inversionista y destacado donante del Partido Republicano Paul Singer, y Aurelius Capital Management LP. Ambos compraron deuda a precios de liquidación y apostaron a que Argentina pagaría los bonos en su totalidad. Elliott y Aurelius declinaron referirse al tema.
En el grupo de fondos rebeldes también figuran miles de acreedores más pequeños en Argentina y Europa que compraron los bonos soberanos sin ningún descuento antes del cese de pagos. Los economistas calculan que un acuerdo con los acreedores rebeldes, o holdouts, le costaría a Argentina cerca de US$10.000 millones.
Guillermo Nielsen, ex secretario argentino de Finanzas, que encabezó la reestructuración de 2005, dijo que es probable que el gobierno de Macri trate de amortiguar el golpe mediante el canje de los valores impagos por nuevos bonos en lugar de pagar en efectivo.
“Argentina no puede pagar en efectivo, va a tener que pagar en bonos”, puntualizó. “Hay una especie de negociación en qué tipo de bonos va a usar Argentina para hacer los pagos”.
Las negociaciones han generado esperanza para acreedores como Carlos Ulla, quien ha estado esperando casi 15 años para que Argentina les devuelva los ahorros que él y su fallecido padre perdieron con la cesación de pagos.
“Se ha abierto una gran esperanza a partir de la elección de Mauricio Macri… porque evidentemente este es un gobierno que tiene interés en volver a los mercados internacionales”, dijo Ulla, un abogado de 57 años de la provincia de Santa Fe. “Espero cobrar el 100%”.
Axel Kicillof, el ex ministro de Economía y actual congresista, describió a los acreedores como “intransigentes” y a su exigencia de recibir el pago total de “injusta”.
“Si el gobierno va y negocia, no me parece mal”, dijo en una entrevista. “Lo que me parecería mal es que vaya en contra de los intereses de Argentina”, aseveró.
Arturo Porzecanski, profesor de economía internacional de la American University que ha seguido de cerca la disputa entre Argentina y los acreedores, duda que se produzca una solución rápida. El economista recuerda que el actual ministro de Hacienda, Alfonson Prat-Gay criticó las reestructuraciones previas de la deuda y las calificó en un documento enviado a los tribunales como “extremadamente generosas” para los tenedores de bonos debido al pago de un dividendo anual vinculado al desempeño de la economía argentina.
Porzecanski agregó que los recientes esfuerzos del nuevo gobierno argentino por conseguir un crédito de US$5.000 millones al utilizar el banco central para eludir los tribunales envía un mensaje negativo a los acreedores. “Eso me vuelve escéptico de que en uno o dos viajes a Nueva York vayan a fumar la pipa de la paz”, sentenció.
El Ministerio de Hacienda no quiso conceder una entrevista con Prat-Gay, quien ha señalado en ocasiones anteriores que el gobierno será un duro negociador.
Gorky Urquieta, codirector de deuda de mercados emergentes para la firma neoyorquina Neuberber Berman, que posee bonos argentinos que fueron intercambiados por deuda impaga, dice que el fin de la disputa entre Argentina y los acreedores abrirá la puerta a un volumen importante de nueva deuda de mercados emergentes.
Algunas empresas argentinas ya han estado hablando con posibles inversionistas internacionales. Las empresas prevén que un acuerdo haría que las calificadoras de riesgo eleven la calificación de la deuda de Argentina por encima del nivel de CCC, lo que aumenta el atractivo de su deuda.
Alberto Bernal, economista jefe de mercados emergentes y estratega global de la firma de valores de Miami XP Securities señala que muchos inversionistas internacionales estarían felices de financiar a empresas argentina si se alcanza un acuerdo, pero agrega que para que eso suceda los acreedores tienen que aceptar un descuento.
Es una idea que Horacio Vázquez, un ingeniero eléctrico de 59 años que perdió US$73.000 y su empleo en la cesación de pagos de 2001 rechaza. Meses antes del default, había invertido en bonos soberanos motivado por la publicidad del gobierno.
“Esto paso de ser una necesidad económica a ser una lucha de principios”, advierte. “Después de esperar 14 años, si el gobierno no ofrece algo que convenza, seguiremos sin