Hubo varias comunicaciones entre los líderes europeos. Berlusconi habló con Zapatero y con el presidente de la UE, Herman Van Rompuy. A su vez Sarkozy hará lo mismo con Merkel. En tanto, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, suspendió sus vacaciones y pidió que la ampliación de fondo de rescate de la Eurozona pueda estar listo para "principios de septiembre".
Europa se movilizó para tratar de apaciguar el pánico en los mercados ante el riesgo de que la crisis de la deuda arrastre a España e Italia, al término de una semana nefasta para las bolsas que ni el dato positivo del empleo estadounidense logró mejorar.
El jef e del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, habló por teléfono con su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero, y con el presidente de la Unión Europea (UE), Herman Van Rompuy, al tiempo que las autoridades británicas se reunían de urgencia para examinar la situación en la zona euro. Zapatero tenía previsto además conversar con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien a su vez planeaba contactar con la canciller alemana, Angela Merkel.
Todos estos contactos, en un momento en que muchos dirigentes se hallan de vacaciones, mostraron hasta qué punto la preocupación crece en Europa y la necesidad urgente de enviar un mensaje tranquilizador a los mercados. Las instituciones europeas trabajan "día y noche" para que los acuerdos de la cumbre del 21 de julio, en la que se aprobó redoblar la ayuda a Grecia y reforzar las c ompetencias del fondo de rescate de la Eurozona, estén listos a "principios de septiembre", dijo el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
Rehn, que interrumpió sus vacaciones debido a la crisis, recordó que los 17 países de la zona euro deben ratificar estas nuevas medidas para que entren en vigor, pidiendo a los mercados "paciencia". Gracias a éstas, se aprobará una nueva ayuda a Grecia, el primero de los tres países de la zona euro rescatados, además de Portugal e Irlanda, y se dotará al fondo de rescate de la capacidad de comprar deuda de los Estados en apuros en los mercados secundarios y abaratar así su coste, en estos momentos por las nubes.
Las bolsas mundiales se desplomaron esta semana, temerosas de que la crisis de la deuda soberana en la Eurozona arrastre a Italia y España, cuyas economías representan el 30% del PIB de la unión monetaria, aunque también por la amenaza de una recesión en Estados Unidos. "Las turbulencias actuales no sólo afectan a Europa, tienen una dimensión global con repercusiones globales. Una coordinación política internacional a través del G7 y el G20 es de crítica importancia", dijo Rehn.
El elevado endeudamiento y el crecimiento anémico que están marcando la marcha de las economías occidentales disparó todas las alarmas en los mercados. Las primas de riesgo de España e Italia, es decir, el diferencial del coste de sus bonos con el alemán, de referencia en la zona euro, marcaron este viernes nuevos máximos históricos, a niveles inasumibles por ambos Estados.
Las medidas tomadas el jueves por el Banco Central Europeo para tratar de calmar a los mercados no convencieron a los inversores. Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, anunció una nueva operación para faci litar liquidez a la banca durante seis meses, así como la compra de deuda de los países más frágiles. No obstante, fuentes del mercado indicaron que el organismo se estaba limitando a comprar bonos irlandeses y portugueses, decepcionando a los inversores, que esperaban que adquiriera títulos españoles e italianos.
Rehn trató a la vez de infundir calma y aseguró que España e Italia "no necesitarán ningún plan de ayuda porque sus fundamentos económicos no lo justifican". Según el comisario, ambos países se encuentran en el buen camino, pero deben completar con "contundencia" su programa de reformas estructurales destinadas a garantizar el equilibrio fiscal de sus economías y el crecimiento.
Para los mercados, la mejor noticia de la jornada recayó en Estados Unidos, donde en julio se crearon 117.000 empleos y la tasa de paro retrocedió 0,1% hasta 9,1%, pe ro aún así las principales bolsas europeas cerraron con pérdidas. China tampoco contribuyó a levantar los ánimos al considerar improbable que los acuerdos sobre la deuda en Estados Unidos y Europa sean suficientes para salvar sus respectivas economías.