Por Aldo Abram, Director Ejecutivo, Libertad y Progreso.
Lamentablemente para los brasileños, desde su asunción en 2011, Dilma Rousseff abandonó el camino de consolidación de la solvencia fiscal y de reformas estructurales que siguieron sus predecesores Henrique Cardoso y Lula da Silva. Se tendió a acercar más a las políticas de sus vecinos argentinos y a los bolivarianos, lo que licuó rápidamente la credibilidad de Brasil. Hoy enfrenta graves problemas que se notan en la debilidad de su economía y en una fuerte devaluación del real que ha despertado prevenciones en Argentina. Los temores son que se abaraten los productos brasileños, inundando de importaciones a nuestro país, y se encarezcan nuestras exportaciones, afectando nuestras ventas a dicha nación.